jueves, 8 de julio de 2010

Cerámica medieval del arrabal meridional de Zaragoza

Este verano ha salido la publicación por parte del Museo de Teruel y del Instituto de Estudios Turolenses, de las primeras Jornadas de Arqueología Medieval en Aragón (J. Ortega y C. Escriche Eds.).
Transcribo aquí un resumen del artículo que publico con Concepción De miguel, e incluyo una grabación del powerpoint presentado como apoyo a la explicación.



La cerámica del arrabal meridional de Zaragoza durante la Edad Media,


Fco. Javier Gutiérrez González y Concepción De Miguel Millán




Este artículo es una presentación de los resultados cerámicos logrados en tres excavaciones realizadas por GrupoEntorno entre los años 2002 y 2005. No es un estudio profundo de la cerámica como hubiera sido nuestro gusto. Lo importante es que tras la publicación de estas excavaciones(con las siguientes referencias: Fco. J. GUTIÉRREZ GONZÁLEZ, La excavación arqueológica del paseo de la Independencia de Zaragoza, mayo-junio de 2002, editada por GrupoEntorno, 2006; Fco. J. GUTIÉRREZ GONZÁLEZ, La excavación arqueológica del nº 8 de la calle Cinco de Marzo de Zaragoza (patio de la Diputación Provincial de Zaragoza). Primera fase, Salduie 6, revista del Departamento de ciencias de la Antigüedad de la Universidad de Zaragoza, 2007; y Fco. J. GUTIÉRREZ GONZÁLEZ, La excavación arqueológica del Gran Teatro Fleta de Zaragoza, campañas de 2002 y 2005, Salduie 7), otros investigadores podrán dedicarse a la tarea de aportar más luz sobre este tema. Aspectos como el estudio de pastas o la realización de estadísticas son elementos pendientes de realizar en futuros trabajos. Así, el objetivo es aportar nuevos datos a la tipología a través de la concreción de repertorios parciales, como paso previo a uno general, a la vez que intentamos establecer un más adecuado marco temporal. Queda abierto el debate de si el volumen de arrabal exhumado y su localización puede considerarse suficiente para hacerlo extensible al resto de la ciudad medieval. La comunicación a este congreso se concibió como una presentación sobre todo visual de tipología y de familias decorativas. Dado que en la bibliografía citada ya incluimos fotografías suficientes, aquí sólo presentaremos una actualización de las tablas morfoevolutivas que ya iniciamos en la publicación sobre el paseo de la Independencia, eliminando los fragmentos menos importantes.

En las tres excavaciones hemos detectado dos fases principales de ocupación: un arrabal creado a comienzos del siglo XI, que sufre una gran reforma, que identificamos con la realizada tras la conquista cristiana de la ciudad en el año 1118, convirtiéndose en una morería que perdurará al menos hasta comienzos del siglo XIII, y en algunas zonas bastante más tiempo. En el paseo de la Independencia y en el Teatro Fleta apenas tenemos elementos previos al surgimiento del gran arrabal taifal, mientras que en el patio de la DPZ, más cercano a la puerta de la medina (y cuyos restos fueron levantados), sí aparecieron niveles de viviendas arrasadas por la construcción de ese arrabal taifal. Si bien es cierto que en el paseo de la Independencia no pudimos levantar las viviendas de los siglos XI y XII (que quedaron tapadas bajo la actual calzada), en aquellos puntos (agujeros modernos y catas previas) en donde conseguimos sondear hasta los niveles naturales, apenas detectamos unos escasos restos anteriores al arrabal. Y aún menos tenemos en el Teatro Fleta, en donde sí se levantaron los restos de la campaña de 2005.
Mas allá de algunos arreglos de suelos no identificables con reformas generalizadas, también se observaron diferencias en el abandono de estas viviendas a lo largo del siglo XIII. En el paseo de la Independencia constatamos la perduración de las casas hasta finales del siglo XII o comienzos del XIII, especialmente al tener en cuenta la presencia de materiales cristianos y la amortización del barrio por el malogrado proyecto de iglesia que debemos situar a comienzos de ese siglo XIII. En el Teatro Fleta el abandono de algunas viviendas se sitúa en pleno siglo XIII. Mientras, en el patio de la DPZ (recordamos que más cercano a la puerta de la ciudad amurallada en piedra), algunas de las casas continúan más tiempo, constatándose la presencia incluso de algún fragmento de cerámica de Teruel. Además, lo mismo sucedía en los dos pozos ciegos situados más al Norte de la excavación del paseo de la Independencia donde hallamos algún fragmento de cerámica de Teruel, aunque de sus correspondientes construcciones en alzado no se conservase nada.



Pasaremos ahora a comentar las distintas formas y técnicas decorativas. Nombraremos las características generales de los tipos, ya descritas ampliamente en los trabajos antes citados, y nos centraremos en los rasgos que marcan su evolución y distinción. Aportamos además ahora la capacidad de muchas de ellas .


ATAIFOR

En las primeras fases (previo al arrabal y construcción del arrabal) predominan los ataifores de perfil continuo, con bordes sencillos, paredes poco profundas y pies bajos. Destacan algunos ejemplares con borde de ala y algunos fragmentos de fondos planos, pertenecientes a la fase previa al arrabal.
En los niveles de abandono del arrabal, se observan formas de mayor tamaño y robustez, destacando especialmente los ataifores que presentan perfil carenado, con la línea de carena marcada en el tercio superior, desde donde la pared asciende recta o ligeramente exvasada, borde de sección triangular, o con moldura al exterior y fondo con pie anular. Esta forma también será muy común en los niveles de la morería del siglo XII; suele presentar una coloración rojiza de la superficie bajo el vedrío de la que, por el momento y a falta de análisis, no podemos precisar si se trata de un engobe, o bien dicho tono se debe a las características de la cocción. No debe confundirse este color con los tonos de algunas piezas ya del siglo XIII (como la de 02,215.669)

Las decoraciones que suelen presentar en estas primeras fases son en verde y manganeso con motivos epigráficos (al-mulk), geométricos y vegetales (ovas, sogas de la eternidad, palmetas…) y sobre todo vedríos monocromos combinados a veces con goterones en manganeso. Además hemos de mencionar la presencia de un único ejemplar decorado en cuerda seca total.


En las fases de construcción y abandono de la morería, (niveles del siglo XII) destacamos los ataifores de borde exvasado y curvo con labio redondeado, pared curva exvasada y fondo con pie anular, que presentan pasta blanquecina-amarillenta porosa y algo blanda. Suelen ir asociados a decoraciones de reflejo metálico, generalmente lozas doradas en tonos rojizos con motivos en reserva. Tenemos en marcha un pequeño proyecto de investigación de estas piezas , que incluye el análisis de pastas de esta loza dorada y de otras familias a partir de muestras tomadas del paseo de la Independencia. El objetivo será intentar determinar si la cada vez más numerosa cerámica de loza dorada (también algún ejemplar en amarillo), tiene un carácter local o es importada. Tal vez la analítica no sea definitiva, pero seguro que sumará para futuras investigaciones. A priori, los hallazgos centrados en el siglo XII y su abundancia, nos inducen a pensar en una producción local.

En la fase de abandono de la morería, hemos hallado también un único fragmento de ataifor-tapadera, que presenta un borde exvasado con labio bífido y pared recta divergente con dos suaves acanaladuras al exterior. Presenta cubierta vítrea en tono melado y se decora con digitaciones.

Por último hay que mencionar los ataifores de perfil quebrado con bordes generalmente de sección triangular, carena fuertemente marcada en el tercio superior y pies altos que presentan decoraciones estampilladas entre círculos incisos en el fondo interior y con vedrío generalmente sólo al interior, los cuales han aparecido en los niveles de abandono y amortización de la morería, así como en los ábsides del siglo XIII.


JOFAINA

Forma mucho menos representada que el ataifor y tampoco hemos definido demasiadas variantes. En general en todas las épocas aparecen jofainas de perfil continuo, con bordes indiferenciados y pies muy bajos, en la fase de abandono del arrabal, contamos con algún ejemplar con carena en el tercio superior y en el abandono de la morería destaca un ejemplar con paredes rectas exvasadas.
En cuanto a las decoraciones, generalmente presentan vedrío melado y algún ejemplo se decora con verde y manganeso.


JARRA / JARRO

Forma ampliamente representada en todas las fases y con numerosas variantes, mencionaremos sólo los tipos más abundantes. Así, destacamos las jarras de borde indiferenciado con cuello cilíndrico ancho, pared globular y fondo plano o ligeramente convexo, que presentan una o dos asas que arrancan desde el borde y apoyan en el hombro. Esta forma se realiza en cerámica común (pastas oxidantes de tonos amarillos o beiges) y se asocia a decoraciones pintadas de bandas horizontales en manganeso, las cuales aparecen bajo el borde, en la base del cuello y en el hombro. Es una forma muy común a todas las épocas, con numerosos ejemplos, sin que por el momento podamos establecer una línea de evolución dentro de esta forma.

Otra forma que encontramos son las jarras de cuello cilíndrico muy desarrollado de paredes rectas o abombadas, con cuerpo de perfil globular, a veces achatado, fondo con pie anular y asas con apéndice (ya sean de botón o apéndice triangular). En ocasiones estas jarritas pueden llevar filtro, ya sea con simples orificios, o con decoración calada. Suele aparecer con decoraciones de engalba blanca y verde manganeso y más frecuentemente, sobre todo a partir de abandono del arrabal, con decoraciones de cuerda seca parcial.

Los jarros de un solo asa también están representados, con bordes moldurados, cuellos desarrollados, paredes bitroncocónicas y fondos planos, que encontramos en niveles del abandono del arrabal. También con un solo asa pero presentando pitorro vertedor, encontramos numerosos fragmentos en todos los niveles, desde los previos al arrabal, con formas que presentan pitorro de pellizco, al abandono de la morería con una pieza que presenta un borde exvasado, cuello troncocónico, un asa geminada con apéndice que arranca de la parte media del cuello y un pitorro vertedor con apéndice triangular. Esta pieza podría haberse utilizado como vinajera o tetera. En cuanto a los acabados de los jarros, son variados, pudiendo encontrar vidriados monocromos, decoraciones pintadas e incluso lozas doradas, como podría ser el caso de la última pieza señalada.

También dentro de lo jarros hemos de señalar la presencia de varios jarritos en miniatura, algunos con borde con vertedor de pellizco y un sólo asa, como los aparecidos en los abandonos del arrabal y la morería y uno que presenta pitorro vertedor. Estos jarritos se realizan en cerámica común y no llevan decoración.

Procedente del nivel de construcción de la morería en el Teatro Fleta tenemos una jarra de borde recto, labio redondeado, cuerpo casi cilíndrico de paredes ligeramente abombadas, carena en la parte baja, fondo ligeramente convexo y asa de sección ovalada que arranca de debajo del borde y apoya encima de la carena. Esta pieza apareció in situ con un fondo recortado de ataifor a modo de tapadera.

Dentro de este apartado hemos de señalar algunas fragmentos interesantes por su decoración así en la fase de construcción del arrabal destaca un borde con decoración a molde, que presenta una línea de perlas, bajo la cual se sitúa una representación arquitectónica con arcos de herradura; la superficie estaría posiblemente vidriada, pero su mal estado de conservación, no permite especificar el tipo de cubierta. Otra pieza reseñable es una jarra engobada en rojo y decorada a molde de frisos con motivos geométricos o epigráficos es la 04.153.3015 .

También a molde y combinada con engobe rojo tenemos una pieza de la construcción de la morería perteneciente a una pared que presenta una banda con decoración de motivos romboidales compartimentados y rellenos por perlas y en el fondo al exterior, un árbol de la vida, también a molde.


TAZA

La forma más ampliamente representada, característica además de las primeras fases, es la taza de cuerpo cilíndrico, con paredes rectas o ligeramente convergentes que presenta estrías en la parte inferior de la pared y dos asas con apéndice de botón. En los niveles previos al arrabal se presenta con fondos planos, en fases sucesivas puede ir acompañado de fondos con pie anular. Recibe decoración de engalba blanca y verde y manganeso (un bello ejemplar con soga de la eternidad) y muy frecuentemente vedrío melado con goterones en manganeso.

Otra taza de la que sólo tenemos un fragmento procedente de la construcción del arrabal, presenta cuerpo cilíndrico de paredes rectas con carena angulosa en la parte superior desde donde arranca un borde entrante y dos asas con apéndice de botón.

Muy frecuentes en todas las épocas son las tazas de pequeño tamaño realizadas en cerámica común que presentan borde sencillo, cuello cilíndrico alto, cuerpo globular achatado con carena angulosa en el hombro y dos asas de sección ovalada que arrancan desde el borde y apoyan en el hombro.

Por último encontramos una forma de taza de borde sencillo, paredes rectas, a veces con moldura en la parte inferior, fondo plano y un solo asa que arranca de debajo del borde y apoya en la parte baja de la pared. También suelen ir realizadas en cerámica común o bien con vedrío melado.

Además en la fase de abandono de la morería destacamos un fragmento perteneciente a una taza de pared cilíndrica con moldura en la parte media interesante por presenta decoración incisa con líneas oblicuas y vedrío monocromo.


REDOMA

Los hallazgos de esta forma son escasos y fragmentados, por lo que son muy pocas las formas que pueden definirse. Los mejores ejemplos proceden de las primeras fases del arrabal. Así, de los niveles previos al arrabal procede la redoma 04.153.4765 de cuello troncocónico invertido, pared alentejada con carena marcada en el hombro y fondo resaltado, con un asa que arranca de la parte media del cuello y apoya en el hombro. Un perfil anguloso que, tal vez, imita vajilla metálica. Presenta decoración de cuerda seca parcial.
Otro tipo de redoma, tiene boca trilobulada, cuello alto y estrecho con moldura en la parte media y pared globular achatada, presenta un asa que arranca desde la parte media del cuello y apoya en el hombro y se decora con estrías en la pared y vedrío melado.

En el resto de las fases encontramos diversos fragmentos con bordes de pellizco, bordes sencillos o bordes triangulares y cuellos de tendencia convergente o cuellos moldurados.


BOTELLA

Hemos detectado una única forma de botella, presente en todas las fases, con borde recto o ligeramente exvasado, labio redondeado y engrosado al exterior o labio triangular, cuello cilíndrico corto y estrecho y pared globular con fondo plano o convexo. En ocasiones se decora con vedrío monocromo, pero puede aparecer también la pasta sin cubierta y con acanaladuras en la parte inferior de la pared.


CAZUELA

Destacamos en los niveles previos al arrabal la presencia de cazuelas elípticas realizadas en cerámica común, con cocción oxidante, que en ocasiones se decoran con digitaciones en el borde. Otro tipo de cazuela de esta fase la constituye la cazuela de cuerpo bitroncocónico, con borde recto moldurado y fondo convexo, que puede aparecer en dos tamaños: la capacidad de 02.4.32219 llega a 2.543 cm3, mientras que 04.153.5948 es una pequeña pieza de 369 cm3.

Pero el gran cambio lo supone la introducción del vidriado al interior de las piezas, constatándose desde los niveles del abandono del arrabal, surgiendo a finales del XI, y dándose a lo largo del XII. Lo encontramos en cazuelas de perfil bitroncocónico, con bordes moldurados, fondos convexos y dos asas que arrancan del borde y apoyan en la carena. Otro tipo presenta cuerpo cilíndrico con pronunciadas carenas al comienzo y al final de cuerpo, desde la superior arranca un borde curvado de labio redondeado, posee dos asas que ocupan el espacio del cuerpo. Presentan vedrío melado al interior siempre brillante y muy cubriente; mientras que al exterior, solamente aparece en el borde; y con algunos goterones en el cuello. En ocasiones se combinan al exterior con decoración pintada en manganeso de línea ondulada entre líneas horizontales.


MARMITA


Como en el caso de las cazuelas, en las primeras fases sólo encontramos piezas realizadas en cerámica común, con acanaladuras en la pared y raspado en parte inferior de la pieza. Luego, a finales del siglo XI, incorporan el vedrío interior, el cual se generaliza, siendo mayor el número de marmitas realizadas con vedrío que sin él.

Tenemos marmitas de borde engrosado al exterior con labio redondeado, cuello cilíndrico ancho y bajo, pared globular y fondo ligeramente convexo. Posee dos asas de cinta con acanaladura central poco profunda que arrancan del borde y apoyan en el hombro. Es una forma común a todas las fases, principalmente en los niveles del arrabal De un solo asa encontramos una marmita de borde invasado de labio redondeado con estrías al exterior, cuello cilíndrico de tendencia invasada; pared globular y fondo ligeramente convexo.

En el abandono del arrabal y en los niveles de la morería las marmitas características de realizan en cerámica vidriada; la forma más común presenta un borde con recrecimiento bilateral y labio oblicuo al interior, cuello cilíndrico, pared globular, fondo convexo, y asas situadas a la altura del hombro. El vedrío que suele ser melado o verde, ocupa toda la superficie interior y al exterior sólo la zona del borde y cuello y se combina al exterior con decoración pintada en manganeso, con líneas horizontales u onduladas que se sitúan entre la base del cuello y el hombro.

Otro tipo menos frecuente lo constituyen unas marmitas de pequeño tamaño (por ejemplo, la capacidad de 02.4.5315 y 02.4.26663 son 678 y 228 cm3 respectivamente), de borde recto con labio apuntado y moldura triangular al exterior, en la unión con el cuello, pared bitroncocónica con un sólo asa que arranca del hombro y fondo plano, que presenta vedrío melado al interior. Se detecta en los niveles de abandono del arrabal y fases sucesivas.

No hallamos ollas de “pasta gris” comunes en el área catalana.


CÁNTARO

La forma más común de cántaro presenta borde sencillo recto o ligeramente invasado, o bordes moldurados, cuello cilíndrico corto, pared globular y fondo plano o ligeramente convexo, con un asa con acanaladura central que arranca de debajo del borde y apoya en el hombro. Es común a todas las épocas, sobre todo en los niveles del siglo XI, y viene caracterizada por la presencia de decoración pintada con líneas horizontales, ondas, o líneas onduladas entrecruzadas.

Del abandono de la morería destacamos dos únicos ejemplares, un fragmento perteneciente a un cántaro con borde con vertedor de pellizco realizado en cerámica común, de cocción mixta-sándwich. Estas ya enlazan con las piezas que son habituales en la amortización del siglo XIII, especialmente en la similitud de sus pastas.
El segundo ejemplar, presenta un borde ligeramente exvasado de labio redondeado, cuello cilíndrico alto con moldura triangular a media altura, cuerpo globular y fondo convexo. Tiene un asa con acanaladura central muy marcada que arranca del cuello y apoya por encima del hombro. Al exterior, en la zona situada entre el cuello y el hombro, se desarrolla una decoración pintada con una línea ondulada entre líneas horizontales en manganeso. Esta pieza recibe al interior una impermeabilización realizada en vedrío melado y presenta una pasta similar a las utilizadas en la cerámica de cocina, lo cual lleva a pensar que tal vez su función no estuviera relacionada con el agua, sino que más bien con el almacenamiento o conservación de líquidos oleosos.


TINAJA

No se observa una línea evolutiva clara, en general la forma más común, hallada en todas las fases presenta un borde horizontal o ligeramente inclinado con recrecimiento interno, cuello cilíndrico alto, en ocasiones de tendencia convergente y pared ovoide, con fondo plano.

De la construcción de la morería destacamos un fragmento de borde engrosado y redondeado con moldura al exterior, cuello estrangulado y pared moldurada. Del abandono de la morería señalar una tinaja de borde recto engrosado y redondeado, con cuello estrangulado y pared ovoide.

Se realizan en cocción mixta, con el alma gris y las superficies beiges o anaranjadas y suelen presentar decoración incisa, realizada a peine, con bandas horizontales, onduladas o zigzag. A veces también pueden llevar cordones digitados aplicados. La pieza 02.4.15261 fue reutilizada como brasero en instalada en un hueco de pared (vid monografía). La orza 02.4.34303 fue encontrada in situ en una esquina.


ALCADAFE

Es una forma que evoluciona poco, caracterizada por la pared troncocónica invertida y fondo plano. Las diferencias se observan en el borde: en la construcción del arrabal son bordes recrecidos a interior y a exterior y la pared ligeramente curvada; en el abandono del arrabal son bordes triangulares colgantes; y en el abandono de la morería hay ejemplares con borde vuelto al exterior.
Se realizan en cerámica común con pastas oxidantes, anaranjadas o amarillentas y a veces presentan decoración incisa (zigzag, líneas horizontales, líneas onduladas) o impresiones realizadas con las púas del peine.


TAPADERA

Todas las tapaderas localizadas se han realizado en cerámica común con pastas de cocción oxidante en tonos anaranjados, beiges o amarillentos. Algunas presentan huellas de fuego, por su función como tapaderas de cocina.

De la fase previa al arrabal destacan las tapaderas planas, con el borde ligeramente levantado y asidero de botón central. Las tapaderas convexas son muy comunes a lo largo de todo el siglo XI y presentes también en el XII, con bordes de sección triangular y asidero central.

A partir de la construcción de la morería, ya en el siglo XII encontramos ejemplares de tapaderas que presentan un perfil sinuoso, con un borde exvasado que en ocasiones se convierte en un borde en ala, pared curva exvasada y fondo convexo o plano. Este tipo de tapaderas tiene como característica distintiva la carencia de asidero, por lo que quizás pudo tener un doble uso como plato. Aparece siempre en cerámica común con pastas naranjas y en ocasiones se decora con pintura, así tenemos una pieza de la construcción de la morería con semicírculos en manganeso en la zona del borde y un fondo del abandono de la morería que al interior se decora con un círculo central pintado en negro del que emergen líneas rectas en rojo, dispuestas radialmente, y entre ellas, líneas onduladas en negro.

Por último señalamos la presencia de dos fragmentos localizados también en niveles de abandono de la morería pertenecientes a tapaderas cónicas con asas, como las relacionadas con el cuscús.


CANDIL

Se localizan todos los tipos, son más frecuentes en las primeras fases los candiles de pellizco, los más antiguos con paredes más bajas y cazoleta más amplia; mientras que en fases sucesivas predominan los de piquera. Los primeros se realizan siempre en cerámica común de cocción oxidante y los segundos reciben decoraciones pintadas (trazos o puntos en manganeso alrededor de la boca), vidriadas (vedríos verdes o melados) e incluso contamos con un fragmento de piquera del abandono de la morería, que presenta la superficie exterior facetada, con cuerda seca parcial en tono verde y melado, con motivos de tipo geométrico (ovas).

Destacamos además la presencia de candiles de pie alto, los cuales se localizan a partir de los niveles del abandono del arrabal, no localizándose en niveles previos y suelen llevar vidriado monocromo.

Como material curioso, hemos de señalar una pieza, en forma de orcita de fondo plano, pared bitroncocónica, con la parte inferior poco desarrollada y carena redondeada; borde exvasado y engrosado con labio redondeado. Tiene un acabado con vedrío turquesa y líneas horizontales en manganeso. Este ejemplar presenta huellas de fuego en el borde lo que nos lleva a aceptar la tesis propuesta por Zozaya, según la cual esta forma se incluiría en los llamados candiles de tarro, y que sigue Retuerce con el tipo E. 04 a (Retuerce, pág. 294, 1998).


VARIAS PIEZAS Y FORMAS

En este cajón de sastre aportamos piezas destacadas o poco habituales, cuya descripción puede verse en el listado de piezas, como son:
- Un posible silbato decorado con trazos de manganeso en tono rojizo (02.4.26078).
- Un atanor que apareció encajado de forma vertical en un muro perimetral de casa y con evidente función de evacuación de aguas.
- Una cantimplora decorada con trazos verticales en manganeso (02.4.4947).
- Un borde de tambor (02.4.17768).
- Un recipiente singular (05.3.1975), presenta decoración de retícula incisa en su parte superior.
- “Fichas” circulares de sección rectangular, con perforación central y decoración a molde de perlas en las dos caras planas.
- Figuritas humanas en cerámica. Un personaje con vestido (recogida en la monografía publicada) y un jinete con silla de montar que parece portaría escudo y lanza; seguramente una pieza de ajedrez (02.4.33401). Altura: 5 cm.


DECORACIONES

En la cuerda seca se aprecia que su factura y acabado es de mejor calidad en el siglo XI que en el XII. Antes el vedrío no cubre el manganeso y luego se desborda de su sitio. En el XI los motivos más “curvilíneos y vegetales”, mientras que en el XII son más geométricos, torpes y desbordando las zonas prefijadas. Aparece en formas cerradas, especialmente en jarras.

El verde y manganeso está muy presente en la construcción del arrabal, pero ya disminuye mucho en el abandono taifal. Parece que ya no hay en XII o resulta residual, pues los fragmentos hallados son escasos.

Cerámica pintada hay ya en el periodo califal final, pero en menor número; y se desarrolla definitivamente en la fase de construcción del arrabal taifal y despega al comienzo del periodo taifal. Pervive en el siglo XII. Los tonos van del negro al marrón-rojizo. Aparece sobre todo en la forma jarra/jarro.

A falta de estadísticas más exhaustivas, parece que el engobe a la almagra es más habitual hasta la construcción del arrabal que después; disminuye mucho durante el XI, hasta el punto de parecer residual. Se combina a veces con decoración a molde: pseudoepigrafía; espiga (árbol de la vida) y perlitas en metopas triangulares. Sólo la hemos hallado en formas cerradas, especialmente en jarritas.

La loza dorada en granate o amarillo es más abundante a partir de comienzos del siglo XII. Antes de ese momento, tenemos algún fragmento escaso acabado con una cubierta de buena calidad pero cuya decoración de reflejo metálico no se ha conservado. Sólo hemos hallado un fragmento (02.4.20059), procedente de la construcción del arrabal y distinto a los fragmentos hallados habitualmente en los niveles de la morería, pues esta pieza tiene un borde de perfil más vertical , y su decoración no tiene motivos realizados en reserva de 2-3 mm como los del siglo XII. Los más numerosos ejemplos de loza dorada en tono rojo del siglo XII suelen tener pasta blanquecina-amarillenta porosa y algo blanda, así como un vedrío poco adherente. En el caso de la loza dorada en amarillo, la pasta es más compacta y la cubierta bien adherida, aunque la visibilidad de los motivos es frecuentemente muy difícil, como la del ataifor 02.4.17759.

En el abandono de la morería, la desaparición de varios tipos y la aparición de nuevas formas y pastas parece convivir con formas y pastas típicas del periodo taifal.


NIVELES DEL SIGLO XIII


De este siglo tenemos varios depósitos diferentes.

El primero de estos depósitos serían los rellenos de la zanja de construcción de las cimentaciones absidiadas del paseo de la Independencia. Su formación debió tener lugar de una forma no muy instantánea ni inmediatamente posterior. Creemos que una vez se decidió la no construcción en alzado, el lugar quedaría paralizado hasta que se retomó la decisión de reparar la calle adyacente que continuó en uso. En ese momento se igualó la zona rellenando el hueco que había dejado el abandono de la cimentación y la no construcción del alzado. Los hallazgos aparecen más fragmentados que los que provienen de viviendas, y el conjunto tiene una mayor proporción de materiales cristianos que los niveles de abandono definitivo de las viviendas.
Entre la cerámica recuperada en estos niveles, encontramos un fragmento de ataifor estampillado (forma ya descrita en su apartado correspondiente) decorado al interior con estampillas en forma de flor de loto, situadas en el fondo entre dos círculos de estrías concéntricas.
Destaca una notable cantidad de fragmentos de jarras que presentan cubierta vidriada, su forma estaría inmersa en la tradición de la cerámica musulmana, suele presentar bordes rectos con labio plano, cuello cilíndrico ancho con tendencia exvasada; pared globular, fondo plano, y dos asas que arrancan del borde y apoyan a la altura del hombro. Reciben vidriado melado interior y exterior y se decora con acanaladuras incisas en las zonas del borde y en la parte alta de la pared. Estas piezas, presentan unas cubiertas con vidriados irisados (producto de la cocción o de alteración posterior a causa de la composición) y unas pastas de cocción irregular en tonos verdosos, grises y beiges. Este tipo de cubierta podría ser similar a las que presentan las piezas insertadas en las fachadas de la Iglesia de San Gil y algunas halladas en territorio alavés en contextos del siglo XIII. Todo ello apreciado simplemente de viso a través de la bibliografía escrita y de Internet. Muy escasos ejemplos parecidos se han hallado en Vitoria (JOSE LUIS SOLAUN BUSTINZA, La cerámica medieval en el País Vasco (siglos VIII-XIII), EKOB 2, Vitoria, 2005, páginas 263-268), en contextos del siglo XIII.

Significativos en niveles del siglo XIII son los cántaros realizadas en cerámica común de cocción oxidante, a mano, con pasta anaranjadas o beige, y gruesos desgrasantes blanco, Presentan un borde sencillo con labio plano o biselado, cuello acampanado y pared globular, con una asa con acanaladura central que arranca desde el borde. Suele llevar decoración a peine de líneas onduladas en la base del cuello y destaca especialmente un fragmento de pared que aparece decorado al exterior, en la pared y con técnica incisa, con un motivo heráldico en forma de escudo con barras onduladas horizontales.

El siguiente depósito diferenciado se produce con el arreglo de la calle 4 de la excavación del paseo de la independencia.
En cerámica barnizada hemos de mencionar también las producciones realizadas a molde, aunque los fragmentos recuperados son escasos, permiten ver que se trata de formas cerradas, con vidriado melado o verde y motivos a molde de tipo vegetal con guirnaldas y piñas, geométricos con motivos circulares, y un fragmento que presenta un león dentro de una cartela rectangular. En uno de los fragmentos se puede incluso observar la línea de cosido entre las dos partes que una vez realizadas en el molde se pegarían para formar el cuerpo de la forma cerrada. Dentro de la cerámica barnizada, y como forma nueva, surgen los saleros de picos con borde lobulado, carena marcada por moldura en la parte alta de la pared y fondos con pie anular. Presentan habitualmente vidriado en tono melado .
En cerámica común encontramos con función de cocina ollas de borde en T, con cuello recto, pared globular y fondo plano o ligeramente convexo con dos asas a la altura del hombro. Este tipo de ollas son muy características del siglo XIII, aparecen en otros lugares como la Plaza de Santa Marta en Zaragoza, o la morería de Ágreda (Soria).

El último grupo de depósitos son los niveles de amortización tras el abandono de viviendas. En el Teatro Fleta hallamos en estos primeros niveles de amortización un fragmento de cuello de una posible Jarra (02.215.524), decorada con impresiones de púas de peine y punzones circulares.


BIBLIOGRAFÍA

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- GIRALT, J., La cerámica islámica de Balaguer (Lleida), Boletín de arqueología medieval 1, p. 25-37, 1987.

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- La vaixella andalusí de la primera meitat del segle X apareguda a la ciutat de Lleida, Revista d´arqueologia de Ponent 10, p. 293-318, 2001.

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- RETUERCE, M., Cerámica andalusí de la Meseta, Tomos I y II, Madrid, 1998.

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- V.V. A.A., La cerámica de Paterna. Reflejos del Mediterráneo, 2002.

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